por Kenia Aubry No hay más ciego y sordo que quien ignora a la literatura. Los horrorismos hallados en los objetos personales, en las huellas de la tortura y la muerte en el rancho Izaguirre, en Teuchitlán, Jalisco, en México, avivan el dolor de la pérdida de cientos de familias mexicanas y, posiblemente, centroamericanas.